De Celulares y Mae West


He tenido cuatro celulares en mi vida.

1°.- El primero fue un “Nokia Entel”, de esos que parecían ladrillo, negro, grande. Excelente equipo. Yo tenía como 21 años y pasaba largas horas jugando a “la cuncunita”, uno de los juegos incorporados en el ahora primitivo telefono. En ese tiempo no cualquiera tenia celular, era un símbolo de status poseer uno. Yo, trabajaba part-time en unas cabañas cerca de la playa en Coquimbo y ganaba apenas 60.000 pesos mensuales (como 110 dólares). Estaba en la universidad y fue mi gran compañero. Con el tiempo, paso a manos de mi hermana, que por ese entonces tenia apenas 13 años y hoy esta próxima a cumplir los 18.

2°.- El segundo era genial, lo compre cuando ya vivía en el sur y fue por el puro gusto. Era un “Motorota Telefónica ”, pequeño y negro, tenia radio AM-FM incorporada, (función que nunca aprendí a utilizar, hecho que en realidad no era relevante, ya que lo importante era que “tenia radio AM-FM incorporada”,) manos libres, y audífonos, era mas un chiche que un teléfono y en realidad su utilidad era casi nula, ya que trabajando como mesero 14 horas diarias, en una ciudad donde no conocía a nadie y con una pareja celosa que me revisaba los registros de llamadas, mensajes, directorio y hasta saldo, haciendo el respectivo escándalo de rigor cada vez que aparecía algo, según el, fuera de lugar (ni les explico las peleitas que se formaban cuando entraba alguna llamada equivocada), no eran muchas las llamadas que tenia oportunidad de recibir además de las de mis padres, que a una distancia de 1500 Km., solo podían calmar sus nervios y preocupaciones típicos de padre (¿Comerá?, ¿Tendrá frío?, ¿Estará bien?, ¿Estará enfermo?, etc., etc.) a través de este medio y mi ya mentada expareja que gustaba de asegurarse que estuviera trabajando mientras el salía con su ex.

Como dato adjunto, ese teléfono dejo de existir cuando se golpeo violentamente contra una pared, luego de ser esquivado por mi cabeza en uno de esos arrebatos de celos que solían afectar a Richard.

3°.- El tercero fue “el de la fuga”. Después de tres años de relación, de haber hecho todo lo posible e imposible para que resultara, desde dejar de trabajar hasta ir a terapia de pareja, de tratar de terminar varias veces, por las buenas y por las malas, de muchos reencuentros y promesas de cambio sin cumplir, entendí, (por fin,) que la cosa no daba para mas, y que si quería irme, tenia que escapare. Por eso, un mes antes de mí fuga de Puerto Varas, (y cuando digo fuga lo hago en la forma más literal de la palabra,) me compre un “Motorota Smartcom”. Pequeño, plateado, con una linda e inquieta lucecita de color azul (“pantalla blue”). Comprado a pesar de las protestas de Richard, con la excusa de que era un regalo de mis padres que necesitaban comunicarse conmigo a un año de la perdida del otro. Fue un fiel compañero, me sirvió para reestablecer contactos perdidos con amigos y amigos de mis amigos, primos y otros parientes que fueron al fin y al cabo los que me tendieron la mano cuando llegue a la capital, imposibilitado de pedir apoyo a mi familia mas cercana por no entrar en detalles que me complicaba revelar. Sencillo y útil, sin ningún accesorio superfluo, ni juegos, ni música, solo reloj y teléfono. Me ayudo a salir adelante, me acompaño en todo el proceso de rehacerme a mí y a mi vida y hoy, cuando las aguas se han aquietado, se retira tan discreta y silenciosamente como llego. Obligándome a dejar atrás algunos lastres que no quería dejar (todos, por algún masoquista empeño tendemos a guardar esos números a los que sabemos no llamaremos y que sabemos no nos llamaran)…

4°.- El nuevo, el recién comprado. Con pantalla de 65.536 colores, 176 x 132 píxeles, mensajes multimedia, acceso a Internet, cámara de video y fotográfica incorporada, reloj despertador, agenda, vibrador, etc., etc. Es mi nuevo chiche, un teléfono moderno para tiempos modernos, carísimo, pero es mi primer teléfono de adulto. El símbolo de que lo mas difícil ya paso y que ahora soy responsable de mi y que se lo que quiero y me gusta. Es frívolo, es cierto, pero como dijo Mae West, “en el fondo, soy bastante superficial”. Aunque quiero dejar una cosa clara, cada artefacto del que nos rodeamos, representa no solo un artefacto en si o una utilidad que nos es prestada por este en específico, son también un reflejo de nuestras necesidades y de nosotros mismos. Nuestros objetos representan la etapa de la vida en la que estamos y como la enfrentamos. “Por sus celulares los reconoceréis”…

Y tu: ¿Qué celular tienes?????



Bonus track:
"La Carta"


Como ya les he contado, al perder mi celular, perdí mi directorio, así que escribí la carta que reproduzco a continuación y la distribuí vía mail. Algunos la encontraron divertida, otros tonta, pero como curiosidad se las envío:

Mis muy estimados (as):
Lamento comunicarles que en un confuso incidente que tuvo lugar ayer en mi instituto a la hora del recreo,cuando lidiaba con un completo (hot-dog) por un lado y una coca-cola por el otro, deje caer de manera completamente inconsciente e involuntaria mi preciado celular, obteniendo como resultado la total incomunicación con el mundo; así es que si fueran tan amables, sírvanse responderme este mail con sus respectivos números de teléfono (tanto fijos como móviles) con el fin de que a la brevedad posible y a punta de lápiz y papel, pueda rehacer mi hoy perdido directorio telefónico de uso personal. Desde ya, mussshas gracias.
Se ruega omitir comentarios del tipo: “El gueon volao”o “Putas que soy agueonao” que ni van a hacer aparecer el mentado teléfono ni me va a hacer sentir mejor...
Ya, ya, ya, pónganse ligerito a responder y a mandar teléfonos.
Respecto a mí, ya saben cual seria un regalo útil esta navidad en vista de los acontecimientos.
Saludos y abrazos a todos (as),
Mauro

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