Un Viejo Amor, ni se olvida ni se deja...


Hoy es un día triste, mi maravillosa primavera santiaguina se esfumo entre frío, niebla y chubascos. Todo esta gris como el cielo y fantasmas del pasado reaparecen.

Primero, en una cena en mi casa, el Sr. Arcos. Desde que nos alejamos luego de 5 meses juntos, terminados abruptamente cuando se fue de vacaciones con su pareja, no lo he visto más de dos veces. ¿Te has visto alguna vez en los ojos de un viejo amor? Yo si. Se que me quiso o que fue un muy buen mentiroso. Por él, con el tiempo que ha pasado, ya no siento nada, aunque reconozco haberlo amado mucho y haberlo odiado aun más cuando todo termino. Siempre supe que seria así, que terminaría y siempre supe cuando lo haría, creí de alguna forma que si me programaba seria menos doloroso. No lo fue.

Esa noche, Edu, mi compañero de Dpto.; Donkan, su novio; Feña; el invitado del sur y el Sr. Arcos participaban de una cena a la que fui invitado, pero a la que no asistí. Con alguna excusa invente planes, me metí a la ducha tarde, para evitar hasta los cócteles, cuando todos llegaron yo me vestía y cuando todos cenaban, yo fumaba ideando la mejor manera de salir sin ser visto, cosa que me fue imposible. No me complicaban Edu ni Donkan, que algo sabían de la historia, el primero mucho, el segundo apenas, tampoco Feña, que no sabia nada, pero con quien he compartido un par de gratas y calidas noches, ni siquiera me complicaba el Sr. Arcos, ya me lo había topado unas semanas antes en mi casa cuando visito a Edu, el primer encuentro en meses y no había sido complicado, aunque tampoco había pasado del “Hola”. Me complicaba él, el invitado del sur. Lo bahía visto por fotos y lo conocía por las historias que el Sr. Arcos me contaba de él; yo, en mi provinciana ingenuidad de aquel entonces, creí que mi misión era salvar al Sr. Arcos de ese desalmado. Me equivoque. Cuando tuve ocasión de conocerlo personalmente, fue simpático y hasta me cayó bien, me invito a comer. Tampoco acepte. Como sentarme frente a el, mirarlo a la cara y sonreírle después de lo que le hice. Esta bien, el no sabia, quizás nunca lo supo o tal vez lo sospecho alguna vez, pero yo lo se, y aunque no quise hacer mal y probablemente no le hice daño a nadie mas que a mi, aun no tengo tan duro el cuero como para ser así de hipócrita.

Bueno, la hora llegaba, me revise en el espejo buscando imperfecciones que corregir, nunca estuve más imperfecto que esa noche y nunca fue más inútil tratar de corregirlas.

Tome un trago para darme valor, sonreí y baje la escalera, al voltear, frente a mi estaba el Sr. Arcos, creo que lo vi algo incomodo, aunque con el nunca se sabe. Pase a saludar y a despedirme de una vez. Primero a Feña, con los nervios no le reconocí de inmediato aunque sabia que estaría ahí, después al invitado del sur, se había cortado el pelo desde la ultima vez, se veía bien, le di un beso en la mejilla, me sentí como judas. Luego el Sr. Arcos, a quien le respondí algo tonto cuando me presentaba a su pareja a quien obviamente ya conocía y con rapidez a Edu y Donkan. Me di la vuelta, cruce un par de palabras y antes de irme estreche el hombro de Feña, como pidiéndole disculpas por no quedarme, como diciéndole que en realidad quería verlo, pero que no contaba con eso y que lamentaba mucho que viera esa escena, probablemente no entendió nada. Me dirigí hacia la puerta caminando con seguridad, procurando no tropezar, salir de eso, si no dignamente, por lo menos de una manera limpia. Al cerrar la puerta tras de mi, entre risas falsas por un mal chiste de Donkan, la mascara cayo. Me abroche la chaqueta, me hundí en sus bolsillos, saque un cigarrillo, lo encendí y me perdí calle abajo...


El segundo fantasma vino de más atrás, de otra vida, de Puerto Varas. Richard también reapareció, por error le envié la carta de la perdida del celular, su respuesta fue terrible. Me culpa por todo, me ama, pero esta lleno de odio y rencor hacia mi. Le respondí. Richard, las relaciones son cosas de dos, no hay caso, el no asume errores ni culpas, dejándome a mi el peso por los dos. Richard. No te pido que me ames o me quieras. Solo te pido que no me odies…


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