La Blanca Navidad llega…


Hace unos días fui a Estación Central, tenia que hacer hora para esperar a un pasajero que llegaría en el bus de las 19:30 hrs. Como me fui hasta allí directamente de mi trabajo, llegue casi con una hora de anticipación y a fin de matar un poco el tiempo empecé a vitrinear. A los pocos minutos ya había recorrido y apreciado todo cuanto se podía ver en el lugar que me pudiera interesar y había comprado en mi mente zapatillas, jeans, poleras y polerones. A tanto llego mi holgura de tiempo que hasta calcule mi presupuesto del mes siguiente y calcule que apretándome un poco hasta podría volver después de mi fecha de pago a comprarme un par de pantalones o algo que calzar durante el verano, artículos ambos, que me urgen, pero que en pos del ahorro que comencé hace unos meses a fin de abrazar mi tan anhelada y postergada independencia habitacional, tendré que adquirir por capítulos, como las series de TV que tanto me gustan ver.
Con tiempo de sobra aun, decidí visitar ªHomecenter” y admirar por millonésima vez ese comedor y ese futón de los que estoy enamorado desde hace años y soñar despierto deleitarme con sus sillas (o banquetas mas bien) de líneas simples y pasando mi mano por la cubierta de madera de la mesa del uno; o decidir que color de tapiz quedaría mejor o medir con mis pasos la longitud del otro. Pero antes de eso, al entrar al local, me vi empequeñecido ante una avalancha de luces, guirnaldas, pinos de pascua, nacimientos, ángeles, carruseles, y lo que es mi debilidad, bolas de nieve.
Era increíble, a 17 de noviembre, ya empezaban las tiendas a promocionar la navidad.
Y ahí mismo se me hizo un nudo en el corazón y yo, que me había autoconvencido de que este año no celebraría navidad si no era en casa de mis padres y que por lo mismo no valía la pena armar árbol y pesebre en un departamento que no era el mío, comencé a sentirme solo de antemano ante la visión de otra navidad sin árbol, y recordé mis lindas navidades con olor a pino natural en Coquimbo, en los años pobres en que suplíamos los adornos rotos con motitas de algodón que simulaban nieve, la cena familiar de esa noche y los regalos, el sonido del papel al romperse, la frenética prisa por probarse la polera que mando el tío o el traje de baños que mando la tía, mis navidades solo en Pto. Varas, con mi arbolito de 1500 pesos en el velador y el pesebre de papel del hogar de cristo, y, como no, mi primera y ultima navidad con Luis, en la que estruje mis bolsillos y mis escasos ahorros esforzándome por comprar ese árbol enorme que yo quería, ese pesebre gigante que me encantaba y los adornitos de madera o esos otros con forma de viejito pascuero en miniatura que siempre quise.
Y me descorazone al pensar en mi injusta realidad de vivir al tres y al cuatro y no poder disfrutar a mis anchas de la que es para mi la mas bella e importante fiesta del año, de no poder dejar los pies buscando ese regalo que quiero para esa persona en particular y de no tener la dicha de poder entregarlo sin esperar nada a cambio salvo ver el brillo en los ojos del receptor cuando note que ese regalo fue escogido pensando única y exclusivamente en el (sea el mi padre, hermano, amigo, abuela o mama)
Y descorazonado salí de la tienda y descorazonado subí la escalera y descorazonado me senté en el anden a esperar que llegara ese bus, pensando descorazonadamente en la navidad sin navidad que tendría que pasar, pero de pronto llego el bus y de el bajo mi papá, con su cargamento de palta, porotos y queso de cabra para mi en una mano y su pequeño bolso en la otra, que contenía solo lo indispensable para pasar la jornada de ese corto viaje que tenia por objeto venir a buscar a mi abuelita, mi Mamy, y llevarla de vuelta a nuestra casa en Coquimbo.
Fue cosa de segundos, pero en ese momento, cuando me abrazo y me sentí seguro entre sus brazos fuertes y cansados fue que comprendí que este no seria un año sin navidad, por que lo que yo mas amaba de la navidad estaba ahí, al alcance de mi mano, en ese pecho oloroso, en esa caja con quesos, paltas y porotos, en ese numero telefónico que solo tengo que marcar para escuchar la palabra de fuerza y apoyo, por que esa es la verdadera navidad.
Navidad este año no va a venir, y no va a venir por que nunca se fue, navidad ha estado siempre conmigo, aunque no siempre con sus luces y guirnaldas, navidad esta en mi y en mi familia, aunque yo a veces no lo pueda recordar…


Comentarios

esta Navidad no estarás como en otras, porque ya has visto que habemos quienes te queremos todo el tiempo y no sólo a fin de año.

en palabras de Rumi, filósofo místico sufi:

"El Amado está tan cerca de mí, más que yo mismo de mi propia alma; no me acuerdo nunca de Él, pues uno sólo recuerda lo que está lejos".

aunque claro, se refiere a Dios Un abrazo cariñoso.

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