La Casa Naranja


Entramos acalorados por la caminata y presurosos buscamos una mesa cerca de la ventana. El garzón que se nos acerco, (Mauro, un joven estudiante de teatro,) nos ayudo con la elección preguntando:

_ ¿Fumadores o no fumadores?

_ ¡Fumadores!!! Respondimos en coro.

Al tomar asiento, Amaya abrió la ventana, refrescando la habitación.

_La Carta por favor. Pidió mientras su dedo enrollaba un mechón de su negro pelo en su dedo.

Mientras el garzón iba por ella, sacamos los cigarrillos y encendimos sincronizadamente el primer cigarrillo de la jornada.

Para cuando volvió Mauro, el cielo del salón, en el que nos encontrábamos a esa hora solo Amaya y yo, ya estaba lleno del blanco humo que se escapaba por la ventana abierta.

_ ¿Que van a pedir?

_ Tomemos algo rico.

_ ¿Tequila Margarita te tinca?

_Ya, dos. Y mirando al garzón: “Dos Margarita por favor”.Al momento los tragos ya estaban en la mesa. Chocamos las copas como tantas y tantas otras veces lo habíamos hecho y saboreamos pausadamente el sabor del tequila y el jugo de limón bajando por nuestras gargantas.

_Ahhhh, que rico.

_Me hacia falta algo así.

Y reanudamos la conversación. Que el clima, la política, el sexo y la sexualidad, los amigos y la amistad, la vida en pareja y sin pareja...

_ ¿Con que seguimos?

_ ¡La carta por favor!

_ Probemos el Tequila Blue.

_Bueno.Nada que decir, la mano del barman era privilegiada y sorbo a sorbo lo ratificábamos, el azul de curasao al fondo de las copas se mezclaba en nuestras pupilas con el azul del primaveral cielo de Santiago. Los Tequila Blue se secaron en las copas como evaporados. Se acerca nuevamente el mesero que con la confusión producida por el ruido en el ahora lleno local y entrometiéndose en una conversación que no era para el, confunde a Amaya con una columnista de critica gastronomíca, ella no lo saca de su error, por el contrario, le sigue el juego. De pronto somos atendidos como reyes y constantemente tres garzones se ocupan de nuestra mesa.Entre risas y confidencias nos pedimos un Manhathan y seguimos fumando.

Los tragos comienzan a subírsenos a la cabeza. Nos da hambre, hora de comer, pedimos una tabla mixta. Sabores del mar y la tierra se mezclan en el plato: Champiñones, pollo, salame, calamares, almejas, carne, palmitos y aceitunas. Acompañamos con vino, Chardonnay Reserva, pero, oh-oh, problemas con el vino. No es lo que pedimos, vine la administradora, se deshace en explicaciones, los tres garzones la escoltan. La mujer habla y promete a mi acompañante modificar la carta, entonces pedimos otro vino que con la comida se hace poco, pero “guatita llena, corazón contento”.Suena el teléfono. Por reflejo miramos la hora, 23:30, Amaya debe irse. Pagamos la cuenta, le doy mi chaqueta. Y abrazados caminamos calle abajo. El día termina, la noche recién comienza.

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