Las dos caras de un hombre casado.


Era el viernes que paso. Mis amigos y yo habíamos bebido mucho, eran las cuatro de la mañana, los vecinos del departamento ya habían reclamado por el ruido y la cantata (mezclar ron, hip-hop y “otras yerbas” no siempre es buena idea), la cortina del ventanal estaba en el suelo (desde la madrugada de ese viernes permanece ahí) y me puse una chaqueta para acompañarlos a la esquina.Venia de vuelta desde Alameda hacia Gorbea y paso en un auto, me miro, nos miramos y siguió. Sabía que le había llamado la atención y que volvería, tuve la certeza cuando cambio de carril y en una esquina doblo a la izquierda, camine hacia el lugar en que debía aparecer si el giro era para verme, nada.

Otro que venia caminando se me comenzó a acercar. No llenaba mis expectativas. Era simple. Quería más, de pronto, apareció; ya no en auto, sino que a pie, se estaciono y por eso seguramente se tardo; nos acercamos.

_Hola. ¿Dando una vuelta?

_Tratando de matar el aburrimiento.

De pronto se arrimo a un árbol y de espaldas busco en sus pantalones, como si fuera a orinar.

_ ¿Y que piensas hacer?

_No se, lo que salga.

Se volteo y se dejo ver. Mire a los lados, no venia nadie.

_Vamos a mi casa, dije casi como una imposición.

Se cerró el pantalón y caminamos las tres cuadras y media que faltaban para llegar.Me contó de el. Era casado, otro que fingía en la vida por llenar expectativas ajenas. Eso me jugaba a favor, por que en un escenario en el que ya no creo en el amor desde hace rato y busco un amante sin todos los rollos que genera tener un amado, el que fuera casado era sinónimo de mantener las distancias convenientes.

Subimos las escaleras. Entramos al dormitorio y lo demás fue rápido pero intenso, nos arrancamos las ropas, nos besamos y lamimos.

_ ¿Que quieres hacer? Le pregunte.

Solo me miro. Saque un preservativo del velador y lo penetre con furia hasta hacerlo sangrar. El gritaba, yo no sabia si de dolor o placer. Eyaculo sentado sobre mi, supe que gritaba de placer. Nos detuvimos, se vistió y lo acompañe a la puerta. Antes de irse le di mi teléfono y se perdió en la noche. Salí al bacón a fumar, ya no se veía. El humo se perdía en la noche.¿Me llamara?No lo sabía...

Hoy lunes me llamo en la mañana.

_Hola, soy Patricio. ¿Te acuerdas de mi? Nos conocimos el viernes.

_Ah, hola, creí que no ibas a llamar.

_ No, es solo que no pude hacerlo antes… (Léase: estaba con mi mujer)

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