I Love Patronato
Ayer fue día de tour de compras, instauración realizada por mi amiga Amaya, una mujer brillante, completamente loca, pero MUUUUUUY divertida, se supone que es el día en que esta mujer se libera de su novio-conviviente y salimos a recorrer los lugares mas increíbles de la ciudad, buscando artículos que no necesitamos, tampoco sabíamos que queríamos, pero que encontramos de ocasión y no podemos resistir poseer.
Partimos desde su depto. a eso de las 11 de la mañana y mientras nos poníamos al día con nuestras vidas desde la ultima vez que nos vimos (que había sido apenas unos días atrás) nos topamos con nuestro primer descubrimiento, una librería al mayoreo y detalle que contaba con las mas increíbles colecciones de bolsillo, mientras entrábamos y nos mezclábamos con el olor a libro nuevo, no pude dejar de detener mi atención el "Juana Lucero", novela de D´halmar que pese a haber sido escrita a principios de siglo, se mantiene fresca, por años no la veía, desde mi época de universitario, en la que lidiaba con mi doble mención de literatura y filosofía. No pude hacer otra cosa que desembolsar los miserables mil pesos que costaba, mientras Amaya compraba algo así como "la dieta de Holliwood". Fue gracioso salir de la librería entre los aplausos de los dependientes que bromeaban diciéndose "bien, dos" refiriéndose a la venta que seguramente era la primera y seria la única del día.Luego, caminando por las ahora soleadas calles de Santiago, Amaya me pregunta:
_" ¿Conoces la piojera?"
_ "No", respondí. La piojera es toda una institución, un antro de la peor calaña, famosa por "los terremotos", trago en base a pipeño (vino barato) y helado de piña.
_"Queris ir".
Yo pensaba que ir a cualquier lugar en el que fuera bien visto beber antes del medio día bebía tener su gracia y así nada mas estábamos sentados tomando cerveza en una mesa coja y rallada, entre la de 4 españoles que tomaban “terremotos” y una pareja con su hijo que lidiaba con la escurridiza presa de pollo que se le escapaba a ratos del plato.La siguiente parada fue "La Vega Central", un mercado enorme, muy similar a "la Cancha", el mercado de central de Cochabamba (viví ahí un tiempo). ¿Las compras? habas, almendras y maní, para los tragos de media tarde que Amaya suele ofrecer a sus invitados, picle y aceitunas.
Era irreal estar ahí, estar en el centro de algo tan vivo que tiene personalidad propia y nos empapaba de su carnavalesca alegría y bullicioso jolgorio, era como pegarse un revolcón en las raíces de lo popular.
Nunca creí sentir tan familiar esa mezcolanza de olores a frutas, verduras, detergentes, comida para animales, pescados y mariscos, ya había olvidado las ida a la feria con mi mamá, que era “el panorama del día sábado en la mañana” y que solía terminar con una paleta como premio por llevarle las bolsas.
La siguiente parada fue Patronato, debo ser franco, no soy muy chilpero, al contrario, creo tener 4 pantalones, 4 poleras y 2 chalecos, con ellos me doy vuelta cuando no trabajo (trajes, camisas y corbatas si tengo en mayor variedad), pero patronato es como una marejada de los mas variados diseños, texturas y precios. Cierto, hay que buscar bien, revisar costuras y adornos (casi todo lo barato esta lleno de chicharaches como lentejuelas, glitter, flecos, vuelos o motivos diferentes), pero aun así es posible encontrar cosas buenas. Yo por ejemplo encontré una polera negra sin mangas y un buzo rojo por un precio increíble, 13000 pesos TODO. Claro, eran 13 lucas que no tenia y que me van a faltar eventualmente, pero “ESTABA TAAAAN BARATO” y siempre esta la opción de algún amigo solvente que me auxilie en caso de que me vea obligado a apretarme el cinturón.
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