Verano en Santiago


El cambio de estación se hace sentir en Santiago, llevándonos de los fríos 9° C. del Invierno a los 34° o 36° C. que son la máxima cotidiana del Verano. En la calle Huérfanos las frentes se arrugan por el sol, las camisas y corbatas se sueltan en el cuello y el sudor dora la parte de cuerpos que este a la vista.Yo, salgo del trabajo y siguiendo la corriente, suelto mi corbata y arremango mis mangas; la brisa es tibia y la luz juguetea con los colores que durante el invierno fueron grises y que hoy reviven en dorados destellos. Camino, disfrutando cada sensación, lo húmedo de mi pecho, el sudor en la frente, el agua embotellada fría que compro y bebo ansioso... Hoy no es día de tomar metro, no es un día para ser un topo apretujado por las masas presurosas por llegar a ver televisión mientras calientan la cena en el microondas, es un día para vivirlo. Camino lento, fijando mi vista en los detalles que usualmente se me van o no veo absorbido por la prisa. Cuando llego a la iglesia de San Lázaro se que solo falta una cuadra para mi casa y me lleno de gozo, al entrar a ella, el departamento esta fresco, me asomo al bacón y por entre las hojas del árbol reverdecido que tengo enfrente veo a los estudiantes ir y venir y sus carcajadas me llenan de algo de su contagiosa alegría. Subo la escalera y llego a mí habitación, abro las ventanas de par en par mientras cierro las persianas, luego me quito la ropa despacio, me seco un poco del sudor que traigo en el cuerpo con la camisa que me acabo de quitar y la lanzo al tacho de la ropa sucia; me tiro de panza en la cama, me acomodo una almohada y cierro los ojos, mi cuerpo se ve dorado, esta húmedo y una sensación de sensualidad me inunda, poco a poco, me dejo llevar por mis pensamientos y me abandono al sueño...Al despertar, mi completa desnudes se encuentra cubierta del pegotudo sudor, mi abrillantado cuerpo emana calentura, tanto de la sexual como de la ambiental. Miro la hora, son las 19:30, me pongo una bata y bajo a la cocina a comer algo rápido, vuelvo a subir, me meto a la ducha, y mientras me refresco, pienso en el lugar al que podria ir a tomar ese trago que me pide el paladar, tiene que ser un lugar con onda, hoy no perdono, hoy voy de cacería...

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