Homero Simpson Life Style


Cuando abrí los ojos eran ya las 13:30 hrs. Todo estaba quieto, deliciosamente silencioso y vacío. Sin la radio alta de Edu, ni las conversaciones, peleas o risas de el y Donkan. La casa era nuevamente toda para mí. La noche del día de brujas había sido agitada y se había alargado hasta un desayuno en base a mariscos en el mercado central de Santiago a eso de las 6:30 de la mañana.

Yo estaba gratamente agotado después de tanto baile y trasnoche. Apenas me incorpore puse el televisor. Nada bueno…

Me puse de pie y en calzoncillos camine al baño, sintiendo esa libertad que da la semidesnudez y la soledad absoluta. Me mire al espejo y me moje la cara. Me rastrille el pelo con las manos, me puse gotas en los ojos y partí nuevamente al dormitorio. No tenía hambre todavía, pero seguramente pronto lo tendría, me puse la polera de la noche anterior, pantalón de buzo, zapatillas y partí al supermercado de la otra cuadra. El día era soleado, 26° según la TV, y el calor se hacia sentir, compre con rapidez: lechuga, tomate, palmitos, pimentón verde, limón, atún y coca-cola bien fría. Volví a casa. Cerrar la puerta y quitarme la ropa fueron uno, fuera ropa y en bóxer otra vez.Me prepare una fuente grande de ensalada con mucho limón y un vaso grande de coca-cola, puse un disco en el reproductor. Shakira cantaba “Tortura”, mientras yo, con los pies entrecruzados me sentaba en la terraza a almorzar. Bajo mis pies, acalorados santiaguinos iban y venían de aquí para allá, con flores a algún cementerio, de vuelta de la iglesia o simplemente de paseo aprovechando la linda tarde que hacia, mientras yo, en mi boca, alternaba comida y canto. Termino y en el lavaplatos amontono la loza sucia, luego habrá tiempo de lavar. Subo a mi dormitorio descalzo por la escalera y con gaseosa en la mano. Enciendo nuevamente el televisor y pongo una película en el reproductor de DVD. El sol se filtra por las persianas abiertas y el aire fresco entra con fuerza por la ventana. Me tiro en la cama, el control en una mano y un vaso en la otra. Aprieto play y “El Último Samurai” comienza a pasearse por la pantalla. Me rasco las bolas mientras el calor hace que gotitas de sudor se reúnan en mi frente. Tal vez duerma mas tarde, por lo pronto, todo esta placido así y yo no tengo intenciones de moverme por ahora...

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