Sexo en la ciudad.


El viernes Cristian paso a buscarme para ir a la inauguración del departamento de Mario, que queda a solo 3 cuadras del mío. Honestamente nos llevo más la curiosidad y las ganas de reírnos de la siutiquería del grupo Mario que la intención de socializar, pero todo estaba tan bien dispuesto y el edificio era tan lindo que cualquier idea preconcebida, cualquier prejuicio, se disolvió.
Circulamos un poco, saludamos a Mario, a algunos de sus amigos, que en total sumaban más o menos 20 personas, y nos apoyamos en la reja de la azotea a mirar Santiago desde el piso 27.
De pronto, entra Álvaro, del que seguramente no sabia hace poco menos de un año, mire a mi alrededor y estupor, de un codazo a Cristian le susurre en el oído: “Acabo de darme cuenta de que aquí hay 3 personas con las que me he acostado”, apure la copa de vino y respondí algunas de las preguntas de Cristian a fin de saciar su curiosidad y de reírme de mi mismo ante la imposibilidad de hacerlo de los demás.
De pronto Mario se dirige a la concurrencia e indica: “Sigan disfrutando, yo voy a mi departamento a buscar algo para picar y vuelvo en seguida”. Deferentemente, me ofrecí para ayudarlo a subir lo que hiciera falta. Al rato, salíamos de su departamento, ambos con sendas bandejas repletas de “petit bouche” y al abrirse el ascensor: ¡Sorpresa! Carlos (de quien por cierto no guardaba ni un buen recuerdo) se convertía en el cuarto.
Para cuando volví al piso 27, el entusiasmo inicial de Cristian ya había menguado y se entregaba al ejercicio de desmenuzar críticamente a cada uno de los invitados, lo cual en realidad no era muy difícil, pero como yo ya tampoco estaba de humor para niñerías, le hice ver la hora, le recordé que me había comentado que al otro día tenia reunión de trabajo a las 08:30, que solo había accedido a acompañarlo por que íbamos por un par de copas, que me pareció haber visto en la lista de invitados a Juan Enrique y que no estaba dispuesto a exponerme a la posibilidad de que 4 tipos con los que estuve enredado entre sabanas, aunque entre cada uno hubiera una diferencia de un par de años por lo menos, se reunieran conmigo en el mismo metro cuadrado.
Dada la situación, lo inste a despedirnos y nos fuimos cuchicheando y riendo, de lo absurdo de la escena.
A modo de consuelo Cristian me dijo esa noche, antes de dejarme fuera de mi edificio: “¿Y de que te preocupas? Yo en los tiempos en que iba a “La Blondie” una vez conté a 15”
Después de darle vueltas y meditarlo ya en mi casa, me di cuenta de que para mí, el problema no es "mi comportamiento", sino "la idea que creo que se forja la gente con respecto a mí en base a mi comportamiento".
Saquemos cuentas: A simple vista, estar en una reunión donde 4 de los presentes compartieron cama conmigo me hace promiscuo, pero si hilamos mas delgado y vemos que con el primero tuve una relación hace mas de 10 años, que duro solo un par de semanas y que termino cuando me entere que tenia pareja; que con el segundo tuve una aventura que solo puedo calificar como una estupidez y tiempo perdido hace cerca de 4 años; que del tercero fui novio hace mas de 3 años por varios meses y que al cuarto, fue una cosa sin la menor importancia tanto para mi como para el hace cerca de 11 meses, creo que la percepción cambia.
Dicen que a mi el sexo me mueve, que para mi el sexo es lo mas importante. ¿Sabe alguien en realidad cuantas parejas he tenido en que el sexo ha sido casi nulo? ¿Sabe alguien las parejas que he tenido en las que no existía esa vida sexual “plena” que todos buscan y en la que tenia que acabar cascándomela en la ducha a escondidas y mordiéndome la frustración al privarme de sentir algo tan normal, común y natural como un orgasmo con la persona amada?
Soy una persona adulta y responsable y eso lo traspaso a todos los ámbitos de mi vida, sea el laboral, afectivo o sexual.
Ya basta de culpas tontas, por que la verdad, siempre he hecho primero lo que se debe y después lo que me viene en gana según las circunstancias lo permitan y en el plano sexual he sabido guardar celibato por meses cuando lo ha requerido la situación, o lanzarme a una que otra aventura cuando no he tenido que darle explicaciones a nadie y apostaría mi brazo derecho a que son estas ultimas mucho menos de las que me achacan.

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