Cuando nadie me ve, puedo ser o no ser...


A veces siento que nadie me ve. No es que pase desapercibido, a veces desearía que así fuese, lo que quiero decir es que creo que nadie me ve realmente como soy: o me endiosan poniéndome en un pedestal y cubriéndome de virtudes, o me calumnian, transformándome en el estandarte de todos los vicios, placeres y deseos; logrando así, muy pocas veces, percibirme en mi realidad; la de un hombre normal.
No rehuyo a mi responsabilidad en el asunto; bastante culpa me llevo yo en ello, por mi afán de mostrarme con un temple que tal vez no poseo, por mi esfuerzo constante de ser empático y diplomático, franco y directo y siempre, siempre, siempre como un hombre equilibrado que no soy o quizás por mis arranques desenfadados, mis muchas borracheras pasadas y mi debilidad ante mis apetitos.
¿Como equiparar la balanza? Se dicen tantas cosas de mi, tantas de ellas falsas. Tantas de ellas emitidas por personas que ni siquiera conozco y otras ciertas, es verdad. El dicho ese de “cría fama y échate a dormir” me persigue.
Ya no importa mi ostracismo autoimpuesto, ni mi desinterés y/o falta de ganas de ver a nadie, tampoco mis esfuerzos por enderezar el árbol torcido que es o era mi vida. No, nada de ello importa. Por que aparentemente todos tienen una opinión sobre mí, sobre como soy o sobre como debería ser, y no trepidan ni titubean un instante antes de emitirla.
Antes, años atrás, era de los que pensaba: “Mejor que hablen mal a que no hablen”. Que equivocado estaba. Si hubiera sabido que mejor es que no hablen... Es que no deja de parecerme curioso que se tejan historias respecto de mi, de con quien me acuesto o me levanto, de que tomo, donde y con quien, de si soy un ángel, un alma sensible o el diablo, su personificación o la lanza que atraviesa corazones destruyéndolos al pasar. Y al fin de cuentas: ¿Qué importa?
Los que me injurian, si se tomaran el tiempo de conocerme un poco tal vez cambiarían su opinión de mi. Los que me ensalzan, si se tomaran la molestia de ser mas objetivos me apreciarían, tal vez no mas, pero si mas honestamente y yo no sentiría sobre mis hombros la carga de sostener sus expectativas…
Y al fin. Solo en mi burbuja, nadie sabe lo que me hace realmente feliz: la sonrisa devuelta, el silencio en mi cama, la frescura en la piel y el sol. Más que nada, el sol…


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