Vasos vacíos



Que me haya emborrachado el viernes no es el problema, no es todo el problema al menos. Como le decía ayer a Sijifredo, cuando el, burlonamente, me reproducía algunos de los borrados episodios de esa noche, diciéndome luego que no era nada del otro mundo y que a quien no le había pasado, el problema es que esto me pasó justo ahora.
Es cierto, había terminado con Héctor hace mas de una semana y “técnicamente” no volví cornudo a nadie, puesto que a nadie le debía explicaciones de mi actuar y hacer, pero no deja de dejarme un mal sabor de boca, aun peor que el de la bilis que deposite en el baño de mi casa arrodillado frente al lavado, el que tontamente creí que el alcoholismo para mi era un capitulo cerrado.
Ahora entiendo cuando dicen que el alcoholismo es una enfermedad, y que aquel que adquiere la calificación de alcohólico una vez, aunque Luego, por el resto de su vida, no vuelva a probar una gota de alcohol, sigue adherido a ella como una piedra alrededor del cuello, como lo haría un diabético a la diabetes.
“Siji, le dije, el problema no es que me haya emborrachado, si esto hubiese pasado hace 3 años atrás, no hubiese tenido importancia, en ese tiempo me emborrachaba así todas las semanas y cambiaba de celulares, documentos y billetera a causa de los descuidos producidos por el ron, como quien cambia de calcetines; El problema es que yo ya no soy el mismo de hace tres años…”
No puedo dejar de pensar en un cliente del bar en que trabajaba, un hombre que bordeaba los treinta y cinco o treinta y seis años, atractivo y agradable, que invariablemente, a partir del 3 vaso de whiskey se volvía un energúmeno, no puedo dejar de pensar en como lo miraban todos con desprecio, no puedo dejar de recordar que yo mismo pensaba que era un tipo guapo, pero era una lastima que fuera “así”, y lo que es peor, no puedo dejar de pensar que yo di un espectáculo mucho mas lamentable que el peor de los que pudo haber hecho el.
Nueve meses estuve encerrado en mi casa sin ganas de salir mas que al cine o a comer, nueve meses alejado de los escándalos y de la vida nocturna, buscando sosiego en mi mismo. Nueve meses esperando que los demás también olvidaran quien eran y vieran al que soy ahora, para en una noche, tirarlos a la basura y volver mas atrás de lo que me encontraba hace nueve meses cuando decidí cortar con esa vida, y todo por mi debilidad y por no tener la fortaleza de aguantar como hombre las antiguas nuevas de una vida que daba por perdida y que en realidad, a la luz de los chismes, nunca existió.
Y otra vez en boca de todos, y otra vez les di a todos derecho de opinar y de apuntar con el dedo, y por primera vez, agacho la cabeza humillado, por que ni yo tengo una escusa creíble o una sonrisa despreocupada y falsa que mostrar esta vez.
Carlos me decía: “Lo bueno y lo que te hace diferente es tener conciencia de que estas mal”.
Y tal vez sea verdad, se bien que hay quienes viven semana a semana comportándose como yo ese fin de semana, pero eso no es ya para mi, y tengo la convicción, de verdad la tengo y juro por Dios, con una firmeza de la que no me creí capaz, que esto a mi no me va a volver a pasar nunca mas, pero es tan doloroso pasar por esto solo. Por que aunque unos apoyen y otros se rían, nadie sabe lo que siento en realidad.
Soy mi propia victima, y nada de lo que se diga de mi igualara el propio duro juicio y el bajo concepto que albergo de mi mismo después de esa noche. Estoy acostumbrado a coger las cosas y echármelas a la espalda, “Dios nunca te da nada que no puedas soportar”, pero esta vez el daño me lo hice yo, y esta vez si duele.

Comentarios

mauro ha dicho que…
te mando un abrazo

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