"La casa de los espiritus"

En aquellos años, cuando no era mas que un estudiante de literatura y trataba de saciar mi sed de lectura devorando cuanto escrito se me cruzara por delante, a la hora de analizar a los escritores latinoamericanos contemporáneos mis compañeros y yo nos enfrascábamos en largas discusiones entorno a la figura de Isabel Allende; que era la gran literata de nuestra lengua de la epoca, que era comercial y desechable, que trataba de emular a Gabriel García Márquez, etc., etc.
Mi punto de vista era claro, aunque no había leído mas que “De amor y de sombra”, “Eva Luna” y “Los cuentos de Eva Luna”, según como yo lo veía, si bien ella no era una “gran escritora” si era una buena contadora de historias, que con su estilo simple y pausado era capaz de envolverte en su mundo e impulsarte a seguir leyéndola.
Por ese tiempo cayo en mis manos “Paula”, y juro por Dios que trate de leerla, pero siempre se me hizo tediosa y la abandone a la mitad, lo mismo ocurrió con “Retrato en sepia”, por lo que concluí que después de “Paula”, Isabel Allende sufrió un quiebre en el estilo de su prosa y me desanime de seguir leyendo su material.
Hace unas semanas atrás, cuando victima de las circunstancias me alojaba en casa de Tonino, aburrido de dar vueltas en la casa vacía, tome uno de los libros que reposaban llenándose de polvo junto a su cama y por acortar las horas comencé a leer sin interés.
Así empece a adentrarme en “La casa de los espíritus”. Mis únicas referencias de aquella obra venían de mi profesora de matemáticas en séptimo básico, la sra. Maria Alicia Rojo, que una vez comento que le parecía burda por un pasaje en que un par de sus personajes echan carreras a ver quien podía orinar mas lejos, y de la película que vi alguna vez, mas por la batabola que se armo el año de su estreno, por contar, según los críticos, con un reparto de primera, que por saber de que trataba el libro.
Así fue que empecé a leerlo, “lectura para el metro”, pensé, pero luego me vi tan absorto en mi lectura que varias veces me pase de largo de mi estación de destino solo por avanzar unas paginas mas y tuve que devolverme presurosamente para no llegar tarde al trabajo, y en otras oportunidades tropecé en la calle por ir absorto en mi lectura tratando de esquivar peatones.
El punto es que la historia me atrapo, sus personajes se arraigaron en mi, y como no, si vi a cada uno de ellos crecer, madurar y a algunos hasta morir; si vi a Blanca convertirse en mujer, a Esteban envejecer y achicarse, a Clara morir y a Alba sufrir la tortura de la represion.
El caso es que ayer, en el Parque Quinta Normal, bajo el sol y los árboles, termine de leer el ultimo capitulo, y al voltear la ultima de sus paginas me sentí inundado por un sentimiento de desconcierto y avandono al dejar a Alba en esa enorme casa sola y sin posibilidad de volver a saber que va a ser de ella jamás.
Hoy retome una lectura antigua, un libro de crónicas que me regalo la Vivi en navidad y que deje a medio camino, pero que en el viaje de esta mañana, antes de bajar en Los Leones termine de leer, mañana empiezo con “Chocolate”, pero aun extraño a los personajes de “La casa de los espíritus”.

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