Quietud


Creo que nadie lo entiende mucho, es difícil explicar algo que yo apenas estoy digiriendo. Hace algún tiempo ya estaba cambiando. Las señales al principio eran sutiles, perceptibles solo para mi, lo mas probable es que aun lo sean, pero yo que me conozco se que algo de mi se queda atrás y de algún modo no me duele ya desprenderme como lo hacia algún tiempo atrás.
En estos días me he llenado de nostalgia, casi, casi pena, pero con toda seguridad de melancolía.
Mi pasado ha sabido enfrentarme y salirme al paso y yo, por primera vez, no estoy recayendo en patrones, sino que cerrando ciclos. Tal vez despidiéndome de lo que soy, ya vendrá el momento de saludar lo que seré.
Estoy quemando mis últimos cartuchos, estoy revisando esa vida vacía y hueca que no obstante tantos placeres momentáneos me dio (la mayoria de las veces solo para dejarme caer mas duro aun) y le estoy diciendo definitivamente adiós.
Mis múltiples personalidades están firmando una tregua y se están llevando mejor, se están poniendo de acuerdo y más de alguna esta incluso dispuesta a morir en pos del bien comun y mayor de las otras.
“Me siento solo en las micros llenas” me decía Enrique hace algunos años. Yo me siento solo dentro de mi, pero ya no busco desesperadamente llenar esos espacios y vacíos, sino que los “rellenos de vacío” me buscan a mi para que yo a su vez los utilice como relleno; manía que dentro de una o dos vueltas mas pretendo dejar también, la selección es un beneficio que otorgan los años y como ya dije, en lo que a esto respecta estoy quemando mis últimos cartuchos. Me estoy yendo, me estoy despidiendo, me estoy aquietando lentamente.
Recuerdo que cuando niño solía ir a la playa y con mi balde corría a la orilla a traer agua, siempre turbia y oscura por efecto de las olas, con pequeños reflejos dorados de quien sabe que liviano mineral que bailaba al son de mi caminata. Yo, alejándome de la orilla me sentaba sobre mis rodillas y miraba pacientemente como el agua y la arena se separaban lentamente, dejando cristalina y salada la superficie de mi balde y al fondo, compacta, la arena mojada.
No puedo explicar que sensación se anidaba en mi al ver una y otra vez ese espectáculo, probablemente el mismo que me producen hasta el día de hoy las burbujas de cristal rellenas de agua que al agitarse aparentan que nieva en su interior, solo puedo decir que eso siento respecto de mi vida ahora. Que llego el momento en que las aguas se están aquietando, tal vez queden solo uno o dos agitamientos mas, pero mas importante aun, esta llegando la hora de trasvasijar el agua cristalina y separarla de la turbia.
Tal vez ver, como ya lo decía, desfilar a mi pasado frente a mi y ver que al final el tiempo y Dios todo lo solucionaron y que mis oraciones se oyeron, que por fin todo esta bien y como debía estar…
Que sabio aquel que dijo que los tiempos del hombre y del universo no corren a igual velocidad, por que el reunirme con Marcos y no sentir la rabia de antaño, ver a Tito en Coquimbo y notar su serenidad, darme cuenta que Luis vuelve a ser ese hombre maravilloso que yo conocí, que Ricardo otra vez abre sus puertas al amor, que yo sin esperarlo me encandile con un profesorcillo en el metro y que esta ola de cosas buenas nuevas viene junta, me da la fuerza para seguir.
Sin duda mi renovada relación con Dios también influye, por que todo forma parte de su plan y probablemente nunca antes me había sentido tan cerca de entenderlo.
Los días se suceden con rapidez, los eventos también, pero ya voy en la segunda mitad de esta espiral, sin vértigo ni prisa; solo con serenidad.
Ojala dentro de poco pueda escribir que mi camino se encauso, que soy una mejor persona y que vivo mejor, ojala este lazo con Dios no se rompa mas y que con el tiempo solo se vuelva mas fuerte.

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