Closet


Como suele pasarme, son las situaciones más tontas e inusuales las que terminan haciéndome notar lo ridículas que resultan algunas de las circunstancias de mi vida. Ahora, hace poco mas de un a semana, a causa de una fiesta a la que decidí ir y el encuentro casual con un ex en la calle, mi atención se vio obligada a recaer en mi closet.
Como sabrán, yo no soy en lo absoluto asiduo a las compras. Si bien hace unos años me gastaba literalmente lo que no tenia en perfumes, ropa y similares, el cambio de condiciones de vida, de mis prioridades y de mis situaciones personales; a modo de ejemplo, primero fue un trabajo inestable, la vida en pareja, hoy por hoy el ahorro para irme a vivir solo, etc., etc., han postergado las atenciones que me concedía a mi mismo por sobre otras necesidades mas urgentes, es decir, la vida me ha forzado a privilegiar otros ítems por sobre los de “ornato personal.
El punto es que desde hace años la ropa y el perfume dejaron de ser fuente de desvelo. Además, como ya hace tiempo no laboro de traje, he optado por la comodidad, en muchos casos, por sobre el bien vestir.
Haciendo un inventario de mi closet, creo que no me equivoco en decir que el 25% de mi ropero esta conformado por bellas prendas, pero prendas huachas, por que aunque con un alto sentido de la estética y buen gusto, como el que me trato de autoconvencer que poseo, a la hora de la compra me gana la impulsividad; es así como colecciono hermosas camisas, lindos zapatos y alucinantes pantalones que no puedo usar por no tener con que combinarlos o lo que es peor, por no tener ocasión de usarlos.
El otro 75% corresponde a regalos o donaciones que llegan en los cumpleaños, navidades, o simplemente por que “alguien”, que generalmente es el novio de turno o el amigo desprendido, decidió renovarse, lo que genera un efecto domino de mano en mano que termina favoreciéndome a mi, ya saben lo que dicen: “la basura de un hombre es el tesoro de otro”.
Resumiendo, no suelo comprar ropa a no ser que sea impulsado por la necesidad, pero ahora que he abandonado mi ostracismo habitual, he caído en cuenta del riesgo que corro de encontrarme con gente a las que desde hace años que no veo y yo siempre con las mismas pilchas o lo que es peor, con pilchas que ellos mismos me obsequiaron en algún momento.

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