Creo que el amor esta sobrevalorado.



Que uno que conozco va por la vida buscando al “príncipe azul”, que el otro “no sirve para estar solo” y el de mas allá esta atascado en una relación que, aparentemente tiene sus días contados.
Amigos míos, lamento ser yo quien se los diga, aunque debo reconocer que también me produce alguna clase de morboso placer, pero “el amor esta sobrevalorado” y la culpa de todo es de una sola persona: Walt Disney
Si, el del Ratón Mickey y Blancanieves, que nos convenció de que belleza y bondad eran sinónimo y de que uno, luego de encontrar a la media naranja, vivía “feliz por siempre”: GRAN ERROR!!!!
¿Por que no nos contaron un cuento mas real, donde dijera que después del “se casaron”, no venia el “…y vivieron felices por siempre”, sino un “y aunque no todo fue siempre fácil, hubieron momentos que hicieron que todo valiera la pena”?
Por favor, que no se me tache de insensible o de que me desdigo de experiencias y sentimientos pasados, por que no es así. Yo no desconozco el placer del amor, de ese estado mágico y sonámbulo en que la alegría lo inunda todo, en que los colores se ven mas vivos y las flores son mas fragantes, ni niego el poder de ese sentimiento que lo hace a uno levitar, le llena de mariposas el estomago y de hormigas bajo el ombligo. Yo no reniego de esos días que se suceden bajo ese meloso y dulzón embrujo y aplaudo a los que han tenido el empuje, el valor y la fuerza (que a mi me ha faltado unas veces y me ha sobrado otras) para luchar y defender lo que sienten, solo digo, que el amor (el de pareja al menos, entendido como ideal romántico), no es ni debe ser el centro del universo, sino mas bien un complemento de la vida, el mejor, el mas bello, el que fue hecho para compartir, y por el que si se decide, se puede morir, pero si vamos a matarnos, morirnos o dejarnos morir por un sentimiento, que sea el real, el del día a día, el que se comparte con el plato de comida, el que se mantiene en la estreches, el que abriga en las jornadas frías y no por esa ilusión incandescente y efímera que nos dibujamos en la mente con cenas, velas, sabanas de seda y champagne.
No nos obstinemos en mantener una relación por sobre el sentimiento que le dio origen, no nos volvamos obsesivos buscando al príncipe azul, antes de buscar la forma de dejar nosotros mismos de ser los sapos y no tratemos de llenar los vacíos que nos dejan la soledad y la necesidad extendiendo telarañas en las que puede caer algún incauto mas necesitado que nosotros mismos, puesto que lo único que se obtiene de unir dos soledades es solo una gran soledad.
Mejor querámonos a nosotros mismos, mejorémonos y esforcémonos, no tanto por amar como en volvernos dignos de ser amados. Ordenemos nuestras casas, tendamos nuestras camas, limpiemos la alacena y prendamos la chimenea, solo así, cuando llegue quien tenga que llegar, encontrara en nuestro hogar su lugar y querrá quedarse. Como dijo San Francisco de Asís, “que no busquemos tanto ser amados como amar, por que dando se recibe”
Yo propongo no guardarse a la espera de ese que puede no llegar nunca, sino que abrirnos y esforzarnos en repartir amor de todas las clases, de distintos modos y que el destino, la suerte o Dios hagan lo demás, por que aunque no lo creamos, siempre alguien esta cerca mirando nuestro proceder y siempre puede haber oculto y silencioso alguien que espera amarte como tu tanto lo necesitas.

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