Carta a mi primo Andres.
(En la foto, mi primo Andres y yo) Hace un rato estuve revisando fotos tuyas y de los niños, mis hermanos y los tuyos, y me acorde de tantas cosas de cuando éramos niños chicos, siempre con mi tía atrás, con la enceradora en una mano haciendo aseo en el piso del pasillo, con un turbante hecho de toalla en la cabeza y con una espada láser en la otra mano pidiendo auxilio para que la rescatáramos del archienemigo de turno. Te acuerdas de las quedadas a dormir en tu casa o en la mía en la época en que éramos inseparables, antes que la pubertad te alcanzara y me dejara a mi atrás, con mis juegos de niño mientras a ti la música te tironeaba del otro lado. Pensar que de eso han pasado cerca de 25 años... Y después nos distanciamos tanto, que el tiempo, que las obligaciones, que nuestra propias vidas, nuestros propios amigos, nuestros propios mundos, una lastima, una pena cuando pienso en esos sentimientos que se fueron disolviendo en el tiempo y en esa conexión que se rompió, esa complicida...