Alfredo San Martin


Alfredo San Martín es un tipo peculiar, acido, de negro sentido del humor, ingenioso, algo petulante e inteligentísimo, según la opinión de muchos, suele llamar la atención y volverse foco de todas las miradas, pese a su insignificante aspecto de delgadez extrema, enjuta estructura ósea, lentes ópticos anticuados y nariz aguileña.
Fuente de mi admiración en alguna época, y por que no decirlo, de mis deseos también, poco a poco, al perder la magia del encanto que mi mente le añadía, a pasado a ser mas bien un tipo triste y simplón, incapaz de generar lazos afectivos sólidos con nadie o de demostrar la mas mínima condescendencia, empatia, preocupación o expresión de cariño hacia los demás, sean ellos quienes sean, es decir, colegas, jefes y los que se consideran sus amigos.
Y es que, además de mamarme en algún momentos los desaires que me lanzo a la cara, habiéndome dejado con invitaciones a almorzar, a algún happy hours, o a cenar, simplemente por que yo le parecía un cabeza hueca, sin siquiera tomarse la molestia de echar un vistazo en mi, para el, vacía cabeza, me ha tocado ver la preocupación de gente que le quiere con devoción y que solitaria se lamenta de su ausencia.
La señorita Sylvia por ejemplo, una secretaria de la corte, solterona y amargosa, que no tiene mas compañía que a su perro Pillin, pero que en el fondo, es una mujer generosa y agradecida que concedió a San Martín privilegios inimaginables para una persona como ella, de los que Alfredo hizo uso, pero hoy por hoy no es capaz de agradecer, solo por que ya no esta bajo sus ordenes, o la Chica, que siendo todo lo frívola que es, lo recuerda a cada momento, La Paulina, que entre drama y drama lo busca para que sea su cable a tierra o la Lorena o la Susana, que en sus momentos de cordura le recuerdan con cariño y le buscan solo para darse con las puertas en las narices.
Esta bien, todos tenemos plena conciencia de que “deberíamos llamar a tal o cual persona”, pero luego, por los avatares del tiempo, trabajo y otras ocupaciones nos es imposible hacerlo, pero al menos en nuestro fuero esta la conciencia de revertir esa situación apenas nos sea posible, pero Alfredo es distinto, el otro día me lo encontré en la calle y yo, que visito a la Srta. Sylvia cada vez que puedo y trato de meterle conversa con honesta preocupación y cariño, pese a que en su momento me trato con la punta del zapato, sin importarle todo lo que hice por ella y que no viene al caso referir, le comento:
_Alfredo, si puedes llama a la Srta. Sylvia, que no lo a pasado bien.
_Desde que conozco a la Cancino, jamás le he escuchado que este bien. Debería estar más aliviada ahora que se murió su hermano, que igual era un cacho para ella.

Y me quede pensando que podía ser ese magnetismo tan especial de San Martín o por que la gente se sentía de una forma u otra tan atraído hacia el, y lo único que se me ocurrió es que su sentido del humor negro y sus comentarios ácidos no son mas que la mas honesta crueldad, lanzada al aire sin el mas mínimo filtro de condescendencia y que los que le buscan y le extrañan son seres tan apáticos y solitarios como el…

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