Raices...


Venir a mi casa es disfrutar de mi mas básica naturaleza, es encerrarme, comer a mi antojo todo el día, no afeitarme y acercarme al agua con distante recelo, dormir cada vez que mis ojos se cierran, sin preocuparme ni siquiera por el frío, ya que ante esa eventualidad, mi abuela corre con una colcha para arrojármela a los pies, y bromear con mis hermanos con ese sentido del humor tan negro e inteligentemente estupido que tantos problemas nos ha creado. Sin embargo debo reconocer que algo en mi esta cambiando, siento que me estoy desenraizando volviendo mas "santiaguino", tal visión me aterro en primera instancia, cuando me vi adelantando mi regreso de mañana en la mañana a esta noche, pero luego un consuelo tibio y melancólico se ocupo de tranquilizar mi hiperactiva cabeza, quizás es solo que extraño mi casa en Santiago, o mejor dicho, esa pieza de reducidos metros en los que me siento enteramente cómodo, en la que tengo mis discos, mis libros, mis películas y mi tele, esa pieza en esa ciudad llena de amigos, de bares, de cervezas, de ron, de risas y cigarros, de almuerzos con la Magda y juegos de naipes nocturnos los lunes, de tardes con el Sigi, cervezas con el Jaime y el Ayala o de un pito con la Maca O´connors viendo por millonésima vez el mismo concierto de la Barbra Streisand que tanto le gusta. No es que me desligue de mi cuna y de la casa de mis padres, que a mis 29 años, (casi 30,) y a mas de 6 años de haberme ido sigo llamando “mi casa”, sino que siento cada vez mas mío mi entorno.
Con el tiempo he notado como casi imperceptiblemente estoy cada día menos solo, y aunque quizás nunca lo estuve y era solo que yo lo pensaba, ese miedo terrible a que la gente huya de mi cuando me conozca bien se disipa poco a poco cada día, en el beso de saludo del Pancho, en el “te quiero” telefónico del Sigi, en el abrazo maternal de la O`connors, en Gonzalo que me abre su puerta a las 4 de la mañana para ayudarme a desenmarañar la constante telaraña de mi cabeza, en los Cuchis, que aun sin verme cada día no me olvidan, en la Magda y sus “ven a almorzar” , la Pame llamandome desde Copiapó, y la Su, que en su locura, de tanto en tanto tiene una palabra para mi.
A mi familia no la reemplaza nadie, esta claro, no me imagino una vida sin mi abuela, mamá, papá o hermanos, pero de a poco, se entrelaza con esa vida hogareña esta otra vida, esta que es mía y que he creado a costa de afectos, dolores, risas, lágrimas, una que otra aventurilla y que poco a poco me anclan a mi mismo y no me dejan encallar.

Comentarios

GirlFromSantiago ha dicho que…
Como siempre un placer inmenso cruzar por aquí, pero... me encontraste... para alejarte tan rápido...???

Entradas populares de este blog

La Blanca Navidad llega…

Berta

“Orgasmo” o “Fragmento de una conversación picara”