Manu...


Manuel no es un tipo guapo, es más bien normalito. No es ni siquiera atractivo o de esos hombres de rasgos exóticos, ni de esos feos sexies que de vez en cuando te hacen voltear en la calle. Manuel tiene otro tipo de encanto, tiene ese encanto que es el mas difícil de encontrar, ese que se desarrolla lentamente gesto a gesto y detalle a detalle.

Lo conocí hace casi tres meses, la vez que mi antiguo jefe y amigo, don Antonio, me dejo tirado y ebrio como un zapato en una discoteca y que yo, ya sin noción de nada, me mande un numerito de proporciones. El, sin conocerme, se compadeció de mí, recogió mi chaqueta, me tomo de un brazo y me llevo a su casa. Lejos de todas las predicciones, me acostó en su cama y me escucho hablar casi toda la noche, mientras yo le largaba toda mi triste historia, interrumpiéndome a mi mismo, dentro de mi embriagues, solo para repetirle, una y otra vez, que de alguna parte lo conocía…

Al otro día, un sábado, me acompaño pacientemente a bloquear mis tarjetas y carné, me presto un chaleco y me dejo en mi casa a cambio solo de que lo llamara algún día, cuando tuviera tiempo.

A las semanas, cuando me hice de otro celular, (ya lo he cambiado 5 veces en el ultimo año,) lo llame para darle mi numero y agradecerle. Nos reunirnos a tomar un trago y después de eso no hemos perdido contacto; es que Manuel ha demostrado mas preocupación por mi de la que yo mismo me presto y me conciente como hacia tiempo nadie lo hacia. Lo mejor de todo, me hace sentir único y especial, no juega a la conquista, no le importa que le corresponda, solo quiere verme feliz y contento, y me mira como si el mundo se resumiera en mí.

Manuel se conforma con tan poco… No busca amarrarme, no usa poses ni caretas conmigo ni con nadie, se moldea a mi carácter de mierda y respeta mis silencios logrando que me vuelva dócil a su lado, y poco a poco me va enredando y enredando.

Sabe que es sencillo mantenerme contento, y se esmera por hacerlo superando mis expectativas con creces a niveles que si lo escribiera aquí, yo mismo me sonaría pedante. Estoy claro que no lo quiero con arrebato ni con locura, ni siquiera lo quiero de esa manera y el lo sabe, y aun asi basa en eso toda su alegría sin pedir ni una pizca de más.

Manuel es hoy por hoy quien lame mis heridas, heridas antiguas dejadas por otros y aunque probablemente nunca llegue a leer esto, quiero agradecerle una vez mas el estar ahí de tantas formas distintas y constituir con su sola presencia un bálsamo a mis agitados dias.

Manuel no es un tipo guapo, pero tiene su encanto…

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