A raíz de lo que siento y escribí unos posteos atrás, creo ciertamente que esta será la última vez que hable de Gonzalo…


A veces, cuado estas ahogado, la vida te supera y no tienes a quien aferrarte, vez una luz, una mano tendida y cuando la tomas y sueltas toda tu “triste historia” ansioso de cobijo, lo que te dan en la cara es un “Yo te lo dije” o un “Yo habría hecho esto… o esto otro…”

Eso es lo bueno de Gonzalo, Gonzalo no me juzga, solo escucha y me entrega al ejercicio de resolver mis asuntos por mi mismo y de rascarme con mis propias uñas:

_Gonzalo, me paso esto, esto y esto otro…

_Ya, y crees que puedes hacer?

_Bueno, tengo tres opciones, por un lado puedo… Por otro lado puedo… Y por ultimo puedo…

_Ya. ¿Y cual crees tú que es tu mejor opción?

Gonzalo, pese al poco tiempo que convivimos, fue, y es sin duda, quien mejor me conoce. Probablemente por eso, cada cierto tiempo, cuando me enredo con mi propia cola, experimento esa necesidad imperiosa de comunicarme con el, por que sea como sea que se haya portado conmigo, por mucho que me haya dolido tener que apartarme de él, por mucho que lo haya querido y después odiado, por mucho que ya no sienta nada por él, Gonzalo fue, en muchas formas, quien me forjo como el hombre que soy hoy en día.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Blanca Navidad llega…

Berta

“Orgasmo” o “Fragmento de una conversación picara”