Malú Gatica
Si tuviera que describirla en una palabra, diría que irradiaba dignidad, tanto en su porte, en su modo, en su timbre de voz arrastrado, en sus gestos suaves y en su andar garboso.
Si fuera por sumarle adjetivos, podríamos decir también que era bella, elegante, talentosa, reposada, divertida y reflexiva. Que fue una mujer de ideales, solitaria, desapegada a lo material, generosa, vanidosa (según sus propias palabras), pero seguramente, a ella, el que más le gustaría escuchar es “humana”.
No muchos logran entender mi fijación por Malú Gatica, yo tampoco puedo realmente explicarlo muy bien, y es que esta señora, pasó de ser una imagen televisiva de mis años de infancia, a formar parte de mí día a día, y la lucha por preservar su memoria y su trabajo, se convirtió para mi en una motivación constante.
Difícil explicar a quien no me conoce, ni la conoció a ella, que es lo que me mueve a buscar incansablemente los rastros de su presencia, a perseguir ese texto o esa imagen que la perpetúen en la memoria colectiva de un país que poco a poco parece olvidarla.
Si es por justificarme he de decir que leer de su propia mano los pasajes de su existencia, que recopilo en los libros “Lo que el tiempo se llevo” y “Memorias para olvidar”, me han llevado de la admiración por la artista a la identificación y, aunque suene a estupidez, cariño por la persona.
¿Cómo no conmoverse al tomar palco de su vida, esa vida tan llena de oropeles y brillos, y vislumbrar que sus temores e inseguridades eran tan similares a los míos? ¿Cómo no remecerme cuando ella se muestra bajo esa imagen de “gran dama” como un ser frágil e imperfecto? ¿Cómo no tomarle cariño a una señora que solo quiso ser querida sin atreverse a buscar ese amor directamente en donde pudo hallarlo por miedo al rechazo? ¿Cómo no admirar su valor y su amor a la libertad, al no pedir nada a nadie para que nadie le pudiese exigir nada? ¿Cómo abstraerse de su lucha constante por entregar belleza al mundo a través de cada pequeña acción, empeñada en convertirlo en el lugar que este debería ser, sin conformarse con lo que este es? ¿Cómo no identificarse con ella si en tantos aspectos pensamos igual y hasta he cometido incesantemente los mismos errores que cometió ella misma una y otra vez?
Lo que puedo hacer por ella ahora no es mucho, solo empujar un poco aquí y un poco allá, dar un grito a voz en cuello que lleve su nombre con el viento, pero que tal vez nadie va a oír, solo con la esperanza de que alguien lo escuche y lo comente a otro y le cuente que alguna vez hubo una actriz chilena llamada Malú.
Lo que puedo hacer por ella ahora no es mucho, solo empujar un poco aquí y un poco allá, dar un grito a voz en cuello que lleve su nombre con el viento, pero que tal vez nadie va a oír, solo con la esperanza de que alguien lo escuche y lo comente a otro y le cuente que alguna vez hubo una actriz chilena llamada Malú.
Si puedo revivir su recuerdo un momento, si puedo hacerla deambular un minuto como a un efímero espectro por el mundo de vivos mi compromiso con ella estará cumplido y ella, desde donde este, sabrá que la soledad y la tristeza son dos de las cosas que no se llevo a la tumba…
Comentarios
Me encantaria leer algun libro que ella escribio lamentablemente nose donde conseguirlo.
Malú estes donde estes recibi mis gracias por todo lo que nos has entregado.
No fuí, soy sobrino de malú, mi madre Sara Ines Hargous Boisier se crió con ella en el fundo Santa Sara ahí en el Salto del Laja y sé que los recuerdos de mi madre son esplendorosos, pues nos los hizo conocer y están registrados en fotografías de esas que no se dejan abatir por el tiempo, color sepia, tanto colocadas en la gran escala de la casa, guardadas en cajas o en albumes familiares, en donde siempre tuvo un lugar y seguirá estando. Aunque este pueblo tenga mala memoria MALU vivirá por siempre en la historia de este pueblo.