El fantasma en mi ropero.


Que desagradable es esta sensación de extrañar, de echar de menos, de a ratos querer volver de nuevo a estar mal con el, de repetirme 1000 veces mentalmente “es mejor así” y de alejarme del teléfono antes de terminar de marcar.
Que incomoda esta sensación de “quizás ya es tiempo de retomar contacto”, de creer que ya crecimos y maduramos lo suficiente, que tal vez ahora si, aunque en el fondo no es así, aunque se que nunca va a ser así, aunque se, incluso, que no lo quiero, que solo lo echo de menos…
Que ganas de reaparecer en su vida de improviso y de ser recibido con una sonrisa, un abrazo y un “que bueno verte”. Que ganas de reabrir esa puerta, que ganas de dejarlo entrar, pero hay fantasmas que es mejor dejar dentro del armario, hay fantasmas que es mejor no dejar salir…


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