Se me hace curioso el pensar y darme cuenta de que pese a que ahora todo marcha tan incomparable y apaciblemente bien, la idea de la muerte se me haga tan encantadoramente atractiva…
Hace unos días fui a Estación Central, tenia que hacer hora para esperar a un pasajero que llegaría en el bus de las 19:30 hrs. Como me fui hasta allí directamente de mi trabajo, llegue casi con una hora de anticipación y a fin de matar un poco el tiempo empecé a vitrinear. A los pocos minutos ya había recorrido y apreciado todo cuanto se podía ver en el lugar que me pudiera interesar y había comprado en mi mente zapatillas, jeans, poleras y polerones. A tanto llego mi holgura de tiempo que hasta calcule mi presupuesto del mes siguiente y calcule que apretándome un poco hasta podría volver después de mi fecha de pago a comprarme un par de pantalones o algo que calzar durante el verano, artículos ambos, que me urgen, pero que en pos del ahorro que comencé hace unos meses a fin de abrazar mi tan anhelada y postergada independencia habitacional, tendré que adquirir por capítulos, como las series de TV que tanto me gustan ver. Con tiempo de sobra aun, decidí visitar ªHomecenter” y admira...
Hace ya días Enrique, en medio de la charla, me ha soltado que yo no tengo corazón y yo, desde el momento en que pude percibir la mueca que comprimió mi rostro, no he podido sacarme esas palabras de la cabeza y ahora “tu no tienes corazón, tu no tienes corazón” se repite una y otra vez con su cantaleta burlona en mi mente. Esa frase que yo mismo usaba con orgullo para definirme: “Yo no tengo corazón” ahora se ha vuelto en mi contra. Salte raudo en mi defensa con la misma broma trillada que he usado siempre: “Si tengo, lo que pasa es que no lo uso”, pero la broma esta vez no fue graciosa, las palabras me dejaron mal sabor y me arrepentí de haberlas dicho apenas salieron de mi boca. Enrique noto mi titubeo y al otro lado del teléfono me dijo: “lo que yo creo es que alguien te hizo sufrir mucho una vez y por eso eres así...” y yo solo podía pensar en que efectivamente sufrí mucho una vez y en que me jure que nunca volvería a sufrir así, pero ya no podía recordar quien me hizo el daño...
Ayer me desmaye, entre en el cuarto de baño, me sentí mareado, me mire al espejo y comencé a desvanecerme. No se cuanto tiempo paso, el piso estaba frío y me dolía la espalda, pero cuando abrí los ojos todo en mi cabeza estaba mas claro de lo que nunca pudiese recordar. Me puse de pie, respire profundo me mire a la cara en el mismo espejo que silenciosamente me vio caer y decidí serenamente comenzar a vivir la vida.
Comentarios