"Hay días y días"

Debido a algunos “acontecimientos”, he descubierto que me gusta mejorar el día de las personas que me rodean y que mientras a mas personas les pueda brindar un momento feliz en el día, mejor es mi día. Un día malo puede volverse un día bueno, pero también un día bueno puede volverse un día malo.
Hoy no es un día bueno, pero si es un buen día. Entre ambos hay una gran diferencia, pero hoy no va al caso comentarla, después de todo, a buen entendedor…
Hoy es un buen día para mi, comí mucho, cocine, mi tortuga se mejoro del ojo y ahora nada feliz en su pecera bajo el sol del balcón, me fume un pito y salude por teléfono a unos cuantos amigos y amigas de los que no sabía desde hace tiempo. Ojala mi día no se arruine cuando llegue Luís.
Me agota discutir con el, me cansa y me dan ganas de dejarlo tirado, de no saber mas de el, de irme lejos y no volver jamás, pero luego me digo: “No. Tengo que seguir”, y trato de recordar lo lindo que es verlo sonreír mientras lo abrazo y su cara de conejo y sus dientes grandes y de pronto ya no me importa la pelea y lo miro y a el tampoco y sus ojos cambian y somos felices.
No es el mejor hombre que he tenido, no es el hombre perfecto y ciertamente tampoco el mas dócil, pero es la clase de hombre por la que rogué al cielo tantas veces, es el hombre con el que soñé, el hombre con el que puedo vivir y con el que quiero envejecer.

Actualización:


El escrito es de anteayer, ósea del 24 de Octubre, entre eso y hoy la discusión con Luís se acabo el mismo 24 en la noche, lo que dio paso a la consabida reconciliación, teniendo como consecuencia que todo es nuevamente miel sobre hojuelas.
Yo estoy en estos momentos en el Mall Plaza Norte, en mi trabajo para Almacenes Paris, mismo que se reactivo por obra y gracia de la ANFP. y Feriaticket.
Anoche tuve que trabajar en Friend´s, y también tendré que hacerlo todo el fin de semana, pero ya estoy casi acostumbrado.
La mala noticia es que ayer mi tortuga se murió, la segunda y última. Aparentemente el sol del balcón no le hizo tan bien después de todo, por que le recalentó la caparazón y podríamos decir que se asorocho, provocándole una muerte lenta y seguramente dolorosa de la que tristemente nadie se percato, en el bien entendido de que todos creían que nadaba chocha de la vida en las tibias aguas de su pecera cuando mas bien flotaba muerta. Ante tal desgracia, cabe preguntarme: ¿Seré yo Señor?.-

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