Gloria a Dios en las alturas...


El 25 de diciembre, en Coquimbo, a eso de las 10 de la mañana y luego de una reposada agonía, la luz de la estrella de mi tía Sonia se apago para siempre…

¿Triste Navidad? No, pero si una de las mas espirituales y austeras que he tenido en mucho tiempo. Una de esas navidades melancólicas, que te empañan los ojos, pero te dejan una sonrisa tibia en el alma.

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