Registro Escrito.

Bien sabido es que cuando uno pide respuestas al cielo, estas siempre, de uno u otro modo, llegan. Bien sabido es también que las respuestas recibidas no tienen por que ser de nuestro agrado y mucho menos las que esperábamos. Justó cuando la nostalgia me hacia vacilar, justo cuando la duda entraba a mi cabeza y la pregunta del: “¿Qué debo hacer?” se repetía sin cesar una y otra vez, en una llamada, en una conversación con una amiga, otra añeja mentira se desenmascaro… Que hacer. Todo pasa por algo dicen, todo pasa por que tiene que pasar.

Que desagradable es esta sensación de extrañar, de echar de menos, de a ratos querer volver de nuevo a estar mal con el, de repetirme 1000 veces mentalmente “es mejor así” y de alejarme del teléfono antes de terminar de marcar. Que incomoda esta sensación de “quizás ya es tiempo de retomar contacto”, de creer que ya crecimos y maduramos lo suficiente, que tal vez ahora si, aunque en el fondo no es así, aunque se que nunca va a ser así, aunque se, incluso, que no lo quiero, que solo lo echo de menos… Que ganas de reaparecer en su vida de improviso y de ser recibido con una sonrisa, un abrazo y un “que bueno verte”. Que ganas de reabrir esa puerta, que ganas de dejarlo entrar, pero hay fantasmas que es mejor dejar dentro del armario, hay fantasmas que es mejor no dejar salir…

Se me hace curioso el pensar y darme cuenta de que pese a que ahora todo marcha tan incomparable y apaciblemente bien, la idea de la muerte se me haga tan encantadoramente atractiva…

Si tuviera que describirla en una palabra, diría que irradiaba dignidad, tanto en su porte, en su modo, en su timbre de voz arrastrado, en sus gestos suaves y en su andar garboso. Si fuera por sumarle adjetivos, podríamos decir también que era bella, elegante, talentosa, reposada, divertida y reflexiva. Que fue una mujer de ideales, solitaria, desapegada a lo material, generosa, vanidosa (según sus propias palabras), pero seguramente, a ella, el que más le gustaría escuchar es “humana”. No muchos logran entender mi fijación por Malú Gatica, yo tampoco puedo realmente explicarlo muy bien, y es que esta señora, pasó de ser una imagen televisiva de mis años de infancia, a formar parte de mí día a día, y la lucha por preservar su memoria y su trabajo, se convirtió para mi en una motivación constante. Difícil explicar a quien no me conoce, ni la conoció a ella, que es lo que me mueve a buscar incansablemente los rastros de su presencia, a perseguir ese texto o esa imagen que la perpe...