2 X 1

NIÑO:

Anoche soñé con Coquimbo y con muchas de las cosas dejadas allá, cosas que ni siquiera recordaba haber tenido y que mucho menos sentía haber perdido.
Soñé que encontraba el juego de llaves de la casa de mi abuela, el flotador de colores de mi hermana, mis suspensores negros, mis jeans rajados, la camisa amarilla manga corta que detestaba y que mi mama me obligaba a usar cuando era niño y los barcos de madera que me construía mi papa y que íbamos juntos a hacer navegar río abajo mientras yo corría bordeando la orilla a fin de no perderlo en su débil corriente, con el colador amarillo y el frasco conservero dentro del bolso que colgaba atravesado en mi espalda y que aprovechaba en esas excursiones de llenar con los pirigüines que las charcas de agua apozada reunían y que invariablemente morían a la semana, por mas que me afanara en alimentarlos cada día con sémola o miguitas de pan y les cambiara el agua religiosamente cada semana.
En el sueño todo había sido escondido por mi papa dentro de la chaqueta color burdeo que usaba en el tiempo del liceo, pero al encontrar todos esos tesoros y compartirlos con mis hermanos que eran chicos otra vez, al igual que yo, y con mis padres que nuevamente eran jóvenes, la ambición de recuperar la vida que tuve antes de que los acontecimientos la sacaran de su cause y de reaprovechar los días de ayer me hicieron tomar conciencia de que estaba dormido y quise abrir los ojos para volver mi sueño en realidad.
Desperté descolocado, con los ojos fijos en la ventana de la pieza de la casa de la mami, las mismas ventanas del dormitorios que por años, hasta su final abandono tras la muerte de mi abuelo, se cubrieron solo por nylon… y por segundos pude ver la cortina café de grandes flores rojas, la apolillada cómoda, sobre la que reposaba el costurero forrado en Crochet y la Biblia que había sido de la abuelita blanca, justo al lado del closet cubierto por la su gran cortina tras la cual solía esconderme para jugar a las escondidas.
Incrédulo abrí los ojos aun mas, dejando que filtrara la luz por entre mis pestañas, pero el conjuro se rompió y estaba en medio de Santiago en mi departamento, despierto ya del todo pero con una inmensa sonrisa en los labios.
Hace años no sentía esa sensación de despertar en otro lado, de desconocer mi casa por sentir entre sueños el llamado del hogar, ese donde te dejabas arropar al caer la noche y en la mañana temprano despertabas gustoso al oír venir la bandeja con su cargamento de té con leche y huevos fritos.Y viendo desde mí hoy mí ayer me pregunte en que parte me quede enredado entre los ramajes de los días y cuando deje de ser ese niño soñador para volverme el hombre acido que soy hoy.

MANO:


Será que el de antemano tenia mala mano o que con los años he aprendido a dejar de ir de mano en mano y he preferido dedicarme “a mi propia mano” a falta de quien me tienda la mano, que cual pared a la que de pintura se le dan dos manos, parece que hoy todos me dicen: “Pero que bien te ves hermano”

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