La Ducha


Abrí los ojos despacio, como si hubiera estado durmiendo años, la pesadez ya había desaparecido de mi cuerpo y con los pies tire las frazadas calidas hacia atrás, la temperatura era ideal, uno de esos días que anuncian la primavera en Santiago. Tome una tolla con la que me cubrí y camine despacio hacia la ducha, restregándome un poco el cuerpo para soltar la modorra.Cerré la puerta, abrí la ducha y me puse bajo la regadera con los ojos cerrados, sintiendo la tibieza del agua correr por la espalda. Sentí la suavidad del jabón acariciándome en mi mano y mi mano a su vez encontró que acariciar entre mis piernas. Suave y sutil comencé a jugar con mis redonceses privadas hasta que, contraídas, las deje de lado para concentrarme en tocar la parte de mi que mas placer me procura, endurecida ya por las sensaciones e imágenes que rondaban mi cabeza.De la suavidad y delicadeza, pase a la rapidez furiosa de la excitación que me producía contracciones cada vez que la tibia agua rozaba mi genitales, seguí así, abandonado a mi mismo por unos minutos, hasta que mi propio cuerpo no resistió mas y se desahogo lanzando parte de mi en chorros blancos que se volvían mas consistentes al contacto de la tibieza del agua y entre los dedos de mis pies se diluían viajando hacia el desagüe. Me quite el bálsamo del pelo, aun algo mareado por el orgasmo recién conseguido, salí del baño mientras me encendía un cigarrillo y buscaba en un cajón los calzoncillos y un pantalón, me los puse y descalzo tome un tazón de café de la cocina y me asome al bacón, El sol brillaba en Santiago y otro día comenzaba...

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