Preguntas.




¿Cuál mayor culpa ha tenido
En una pasion errada:
La que cae de rogada
o el que ruega de caido? 
(Sor Juana Inés de la Cruz)



¿Que hacer? ¿Pedir perdón?  ¿Decir que lo siento? ¿Caer nuevamente en el vicio tan viciado de cumplir con las expectativas de otros, viviendo la vida que ellos desean para mí, mientras yo guardo dentro el eterno sentimiento de que la vida me prepara algo más?
¿Soy un tonto inmaduro por no entregarme y guardarme para quien logre, moviendo el suelo bajo mis pies, ser correspondido? ¿Es mejor dejarse amar por quien no se quiere o amar a quien no me ama?
¿Que hay en quienes me pretenden y me bien quieren que no logran llegar a mi corazón? ¿Por que ahora, a estas alturas, me casi obsesiono con quien se que no llegaría a ningún lugar?
¿Será que en esas lides el juego siempre se me hizo demasiado fácil y ahora busco un reto? ¿Será que soy tan imbecil que llevo a mi corazón por el camino más espinado, queriendo salvar a unos, como otros me han querido salvar a mi, sin que ellos lo quieran o necesiten, como yo no lo hice en su momento?
¿Me encontré con la horma de mi zapato o es el echar ese gallito de valia  lo que me seduce?
¿Por que arriesgarme a pasar de ser flama a ser polilla? ¿Por que el riesgo del dolor me atrae tanto, a mí que siempre he sabido protegerme, guarecerme y acorazarme a fin de sentir lo menos posible?
¿Importan realmente las respuestas a estas preguntas y sus fundamentos cuando mi propia historia da cuenta de que a la hora de la hora lo olvidare todo, incluso a mi mismo, y gustoso me dejare caer? ¿Por qué me es tan imprescindible lograr los cariños que me son esquivos? ¿Es el destino del que a hierro mata morir a hierro?

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