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Mostrando entradas de enero, 2009

“Cocinar” o “Solo la olla conoce los hervores de sus caldos”

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No se si tenga que ver, pero honestamente, no se a que mas atribuírselo, y es que al parecer mi separación de Luis no solo me afecto en lo obvio y general que seria esperable que me afectara, o que afectara a cualquiera en mi situación un transito como este, después de todo, un año y medio de compartir tu vida con alguien no se olvidan así como así, y en mi afán de hacerme el duro y de bloquear sentimientos y sensiblerías inútiles a estas alturas, no vale de nada llorar sobre la leche derramada, una de mis actividades favoritas se ha visto afectada y como consecuencia de ello ya no puedo cocinar, por que o la comida me queda cruda, o recocida o lo que es peor, incomible por exceso de sal, (ya han sido varias las veces que he tenido que tirar el plato a la basura luego del primer bocado,) lo que me ha obligado no solo a comprar comida preparada, sino también y por ello mismo, a estrujar mis arcas en pos de una, no se si “buena” sea la palabra adecuada, alimentación. Extraño hacer dulce

“Cambia lo superficial, también cambia lo profundo” o “Cambia todo cambia”

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Este sábado se caso mi hermano y su matrimonio fue motivo para volver a la casa de mis papas, mi casa, a comer las pantrucas de mi abuela y las pailas de huevos fritos en el desayuno que tanto me nutren el cuerpo, el alma y el corazón. El matrimonio de mi hermano llevaba meses de planificación y se volvió la excusa perfecta para reunir de nuevo a la familia, que por uno u otro motivo no se hacia el tiempo o las ganas de juntarse a lo grande, como en esas comidas domingueras que hacíamos en la casa del abuelo cuando este estaba vivo y fue grato vernos de nuevo y dejar a un lado las antipatías añejas, las taimaduras caducas y los enojos obsoletos, alrededor de la feliz pareja y las sonrisas y las bromas y los brindis y la comida, como si el tiempo se hubiera detenido desde esos infantiles años en que la sobremesa terminaba guitarra en mano y voz en cuello, mientras los unos aplaudían, los otros bailaban y todos desbordábamos la felicidad de querer y sentirse queridos en el paréntesis du

Cosas de Mujeres...

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Los días que pase cuidando el departamento de Allan, mientras el estaba de vacaciones, me dedique a descansar, a reacostumbrarme a estar solo, a disfrutar del silencio, a comer en la cama, a andar desnudo, a acostarme temprano y a ver películas, y es que mientras Allan estuvo enfermo, un vecino le presto una carpeta enorme con cerca de 200 películas, y ante el abanico de posibilidades, no pude mas que enfrascarme en su inspección, teniendo siempre cuidado de alejarme de las comedias románticas y de los dramas pasionales, a fin de no echar innecesariamente sal en mi tan reciente herida. Aun así, decidí arriesgarme con una película instalada dentro uno de esos géneros: “Imagínanos tu y yo” , una comedia romántica inglesa, que tiene la salvedad de tratar el tema de la homosexualidad desde un punto de vista femenino. Sin entrar en grandes detalles les cuento que trata del amor que nace entre una novia recién casada y la florista de su boda… Esto me hizo recordar las películas con temática