Marcha...

¿Cuales son tus sueños? preguntaba Héctor con su inquisidora mirada, y ante el punzante filo de sus ojos me engrife como un gato y a arañazos me abrí camino entre su interrogatorio para escapar de las respuestas que no quería oír, que no quería decir.
Es que como explicar que mis sueños se habían disipado, como la niebla en un día soleado al son impetuoso de los hechos de los últimos días, por que de la nada me las arregle para quedar sin trabajo estable y llevar mi no relación con mi ex a niveles insospechados, entonces, el sueño de mi departamento en Marzo del 2010, se volvía tan lejano, como el de crear una familia junto al hombre amado luego de mi ultimo quiebre y así… ¿Qué me queda?
Solo el seguir, seguir adelante marcando el paso con la sensación de dar vueltas en círculos, con el miedo de dañar a mas personas sin quererlo y con el desazón que entrega el no entendimiento y la falta de comprensión del comportamiento de los otros, por que yo, aunque cambiante me procuro manejar entre parámetros firmes y en mi mal llamada ingenuidad asigno los mismos parámetros a otros, para luego solo darme en las narices contra la realidad.
Y es que ante el daño ya ni siquiera me persigue la pregunta tan preguntada del: ¿Por qué a mi?, sino solo un “no entiendo” grande, vacio y doloroso.
Y sigo, sigo aguantando, marcando el paso en la lucha sin cuartel del día a día que trae consigo una nueva carga de desilusiones, que, ¿Cómo no?, cargo a mis espaldas cada noche, para al otro día, temprano en la mañana, seguir adelante a la espera de ese futuro mejor que tarda tanto en venir.

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