Conversaciones.
Hace ya días Enrique, en medio de la charla, me ha soltado que yo no tengo corazón y yo, desde el momento en que pude percibir la mueca que comprimió mi rostro, no he podido sacarme esas palabras de la cabeza y ahora “tu no tienes corazón, tu no tienes corazón” se repite una y otra vez con su cantaleta burlona en mi mente. Esa frase que yo mismo usaba con orgullo para definirme: “Yo no tengo corazón” ahora se ha vuelto en mi contra. Salte raudo en mi defensa con la misma broma trillada que he usado siempre: “Si tengo, lo que pasa es que no lo uso”, pero la broma esta vez no fue graciosa, las palabras me dejaron mal sabor y me arrepentí de haberlas dicho apenas salieron de mi boca. Enrique noto mi titubeo y al otro lado del teléfono me dijo: “lo que yo creo es que alguien te hizo sufrir mucho una vez y por eso eres así...” y yo solo podía pensar en que efectivamente sufrí mucho una vez y en que me jure que nunca volvería a sufrir así, pero ya no podía recordar quien me hizo el daño...