“Carlos” o “La sabiduría del no hacer”




Bien sabido es que no es bueno tomar decisiones con la cabeza caliente, eso de decir: “Esto hare” o “Esto no”, cuando todo parece tan volátil que se vuelve imposible hacer tierra, no acarrea generalmente nada bueno; Marcos Jeldres solía decirme, en aquellos años, que antes de cualquier cosa uno debía preguntarse: ¿Por qué? y ¿Para que? Muy probablemente eso fue lo único bueno que me dejo Marcos Jeldres, pero ese es tema para otra historia, así que volviendo a lo mío, debo decir que cuando necesito una cabeza fría, a falta de la mía, agarro el teléfono y llamo a Carlos.
La verdad es que Carlos es, a mi modo de ver, una de esas mentes impolutas por la experiencia, y yo siempre le digo que el me aconseja desde su “Sabiduría del no hacer”.  No se mal entienda, no es que el no haya hecho nada con su vida, pero si tuviéramos que diferenciar la suya y la mía, diríamos que yo he hecho lo que he querido en mi vida, pero no he hecho nada con ella, al contrario de Carlos que muy seguramente, no ha tenido ocacion de hacer cuanto ha querido con la propia, pero si ha logrado hacer algo de ella.
Carlos es un alma vieja y un cerebro sabio en el cuerpo de un hombre joven o esa es la explicación que yo mismo me doy para entenderlo.  
A veces lo hago rabiar un poco, con esa capacidad tan propia de mi para exasperarlo (a el o a otros), otras me enojo con el a muerte por lo que yo considero un agravio y el una broma, pero eso sucede hasta en las mejores familias; aun así sabe otorgar siempre la palabra justa para bajarme los humos y aterrizarme.
No lo vamos a negar, a veces peca de hablar mas de la cuenta, nadie como el sabe convertir un buen consejo en una cátedra aburrida de cualquier cosa que no tiene nada que ver con lo que se le pregunta, pero como mi poder de concentración tampoco es muy bueno que digamos, dado el caso, la solución es tan fácil para mi como mirar un punto fijo y divagar, apoyado en lo rescatable de su consejo y teniendo el resto de sus palabras como música de fondo.
Por otro lado, a veces me da el consejo mas inútil del mundo, ese que de oirlo, yo ya se que lo que tengo que hacer es todo lo contrario y de ese modo siempre es ganancia consultar mis asuntos con el.
Carlos y yo no nos vemos mucho, pero no necesitamos vernos para saber el uno del otro y mantener al día nuestra amistad, una amistad que no se basa ya en el mirar al otro para arriba o mirar al otro para abajo, sino en caminar (o rodar) uno al lado del otro (según sea el caso) y acompañarse, en la preocupación, en la pena, la risa o incluso en mis aburridos desganos.

Comentarios

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Entradas populares de este blog

La Blanca Navidad llega…

Berta

“Orgasmo” o “Fragmento de una conversación picara”