Registro Escrito.

La vida es eso que te pasa mientras estas ocupado haciendo otras cosas. En mi caso esas “otras cosas” serian trabajar. “Date con una piedra en las tetas que tenis pega”, diría la Sijifreda, por que de verdad no es para menos, con noticias tan poco alentadoras en el ámbito económico, con las listas de desempleados que crece y crece cada día y con lo que yo mismo veo desde mi puesto laboral, por que esta, mi nueva empresa, que se veía sólida y rentable hasta hace unas pocas semanas atrás, también empieza a sentir los embates de esta “crisis económica internacional” a causa de un mínimo detalle: el no pago por parte de los clientes, ya que nosotros, (la empresa,) se dedica a comprar en el extranjero una serie de productos, a gran escala claro esta, y a venderlos nuevamente dentro de Chile, con un no tan pequeño margen de ganancias sustentado en el servicio técnico y apoyo logístico que prestan como plus, lo que antes era considerado usura, en la época del libre mercado capitalista es un

Estos días no han sido nada fáciles, a mi ya consabida y constante inquietud existencial debo agregar una suma de acontecimientos diminutos y sin importancia que me tienen a mal traer; primero Luis, que de tanto aparecer y desaparecer no hace mas que moverme el piso y confundirme mas, tanto que a veces me pregunto si no habrá un afán de revancha y un poco de maldad en sus temperamentales apariciones, teoría que al momento desecho, por que por un lado lo conozco y por que por el otro tengo claro que el temperamental soy yo, pasando del amor al odio con la facilidad con que me cambio calcetines y alternando una y otra vez el convencimiento de una cosa y de la otra, solo para después pisarme la cola y morderme la lengua al decidir hacer todo lo contrario, pero por Dios, ojala esto terminara pronto, ni siquiera por lo doloroso o desgastador que puede ser, sino simplemente por salud mental y por no seguir dilatando eternamente una situación tan incomoda, que no hace mas que perturbarme, o p

Nunca hasta hace unos pocos días atrás había sopesado de un modo tan tangible el costo de mi partida de la casa paterna y de Coquimbo; por que si bien muchas veces me han dicho que no termine la carrera, que ahora estaría mas estabilizado, que no habría pasado ni pasaría tantas “pellejerías”, que me convertí un poco en la oveja negra de la familia y a ratos en una preocupación para mis padres, yo todo lo justificaba con la certeza de que no seria hoy quien soy si no fuera por que a mis 22 años tome la decisión de partir siguiendo la premisa de cargar con mis propios logros, errores, sueños y desengaños en lugar de cargar con los de los demás; y es que para mi habían sido tiempos difíciles, el cáncer de mi abuelo materno nos había obligado como familia a desdoblarnos para atender dos casas; teníamos que turnarnos, por un lado mi hermano y yo y por el otro mis papas y mi hermana para, día por medio, hacer guardia en casa de mis abuelos y no dejar sola a mi abuela que estoicamente soport

¿Que mierda puedo hacer? ¿Como mierda puedo actuar si ni yo se lo que quiero? Que un día si, que un día no y luego todo vuelve a comenzar y levanto nuevamente mi castillo de naipes y otra vez se viene abajo se un soplido. Y miro al cielo, y pido una señal y todas y cada una me dicen que no, que va a ser mas de lo mismo, pero me hago el ciego y recurro a los amigos buscando un consuelo y ellos me dicen: “corre, corre lejos y no te dejes atrapar”, y lo miro y lo desconozco y busco en su interior esa mirada que me atrapo, y ahí, al fondo, brilla algún rastro de esa pequeña luz y en mi estupido instinto la pongo a prueba a fuerza de amargura y rencor, esperando tontamente que mi furia genere alguna reacción que acreciente la llama, que me de confianza, que me de calor, pero como manotazos de tierra solo logro apagarlo mas y mas, y me quedo a oscuras, solo y frío, preso en la locura de este callejón nocturno y escarchado del que no quiero salir y al que me lanzo, como a las aguas de un turb