Registro Escrito.

No me voy a desdecir de nada de lo que sentí por él en el pasado, ni de nada de lo que escribí aquí, no me voy a arrepentir de los buenos y malos momentos que pasamos, ni tampoco es mi intención hacer una alegoría a sus defectos o hablar con añoranza de sus virtudes. Si, es cierto, es una buena persona, un gran amigo, pero definitivamente deja mucho que desear como pareja, novio o compañero, tal vez por inmadurez, falta de experiencia, inseguridad, miedo al compromiso o yo arroje semillas en tierras estériles, esto que era tan grande se murió. Lo único cierto en este asunto, mas allá de mis percepciones, es que nuestra tan retorcida historia finalmente llego a su fin con su ultimo y mas grande error y con esa explicación que no deje salir de su boca a fuerza de puñetazos. Me sorprendió verlo borracho en brazos de otro, en plena calle y a apenas unos pasos de nuestra casa, pero mas me sorprende ahora no sentir nada y tener el alma adormecida de indolencia. En mi mente, entre mil cosas q

Esa madrugada, a los pies del farol, fumaba y fumaba mirando la puerta de entrada a la casa, que se suponía mi hogar y que me parecía tan ajena en esos momentos pidiendo al cielo, indeciso, una señal para decidir que hacer, si seguir regando esperanzas en el futuro placido por venir o si agarrar mis cuatro pilchas y mudarme empezando de cero en algún otro lugar. Cuando entre, la frialdad del dormitorio me impregno, brindándome una noche inquieta que alternaba insomnio y malos sueños. No podía seguir así, desgastándome en la angustia un poco más tras cada nueva discusión. Salí temprano al trabajo, planeando en el camino la mejor forma de huir lejos de esa vida que no es vida en el asilo de algún amigo que me diera cobijo. Estaba todo listo y decidido, pero llego la señal y a su voz de “Por una cuestión de presupuesto me quede sin trabajo en la empresa”, no había nada que hacer, un compromiso es un compromiso, y es en la adversidad y las dificultades cuando estos y nosotros probamos nue

Recuerdo aquella noche de nevada sobre Santiago, los dos abrazados y desnudos cubiertos solo con mi abrigo frente a la ventana, viendo esa postal navideña que nos regalaba el cielo en pleno julio, recuerdo esas noches de invierno amarrados a fuerza de puro amor y de los 3 grados bajo cero que hacían en la noche y esos primeros almuerzos en el suelo, con las piernas adormecidas a falta de muebles, cuando llenábamos la casa con ilusiones y risas y sueños de futuro que se empolvaron y murieron sumidos en la sombra. Recuerdo eso primeros días, cuando me iba a buscar alegre y yo cocinaba dichoso, cuando, desbordantes de amor, vociferábamos a los cuatro vientos la fortaleza de este lazo que poco a poco se pulveriza entre mis dedos disipándose en el viento. Recuerdo cuando confiaba en el con todo mi ser, y mis esperanzas de la vida que siempre he soñado se aferraban a el, centro de mi universo, con la ciega fe del mendigo que recibe un mendrugo de pan. Recuerdo la tarde en que todo se rompió